domingo, 29 de abril de 2012

Puerta IV - Glifos

Antes de proseguir con el Cruciamentum y el descenso a las profundidades sombrías de los orígenes paternos, y como todo se trata de ciclos dentro de ciclos, debo responder por mi tarea empezada mucho antes de tal saga: la búsqueda de mis Llaves.
Esto me recuerda que podemos marcarnos determinados senderos por recorrer, pero siempre surgirán caminos alternativos... algunos pueden ser dejados de lado, más otros... son imposibles de rechazar, si acaso pueden ser postergados por un tiempo.
En mi caso, esa postergación ya era imposible; y por mi bien [y el de futuras aventuras] debía presentarme a rendir aquella prueba de la Vida. 
Pero antes debo dar cuenta de como conseguí la Llave que corresponde a este ciclo.

Por un momento creí que se trataba del Anillo, pero este se escapó de mis manos por pocos minutos y aunque rastreé posibles caminos, nada ocurrió y su posición actual está más allá de mis posibilidades actuales. La Gran Rueda del Khä lo catapultó hacia adelante en el Río del Tiempo; tal vez, en el proximo ciclo, pueda encontrarlo... o tal vez mucho más adelante. O tal vez nunca.
Luego creí que se trataba de Las Runas, pero ellas aparecieron ante mi, a mi alcance, y las dejé pasar... su voz me llamaba, pero al mismo tiempo mi corazón me decía que no era su tiempo ni el mío de estar juntos. 
Así, el Cuarto Mes se iba, se marchaba dejando algo más que hojas caídas de estación; poderosas lluvias habían golpeado con fuerza esta región, arrasando árboles jóvenes y viejos. Frente a este panorama que me entristece, empiezo a recibir a los fríos invernales y otras gélidas sensaciones que no tienen que ver con los aspectos fisicos, sino más bién emocionales, dejando a la vista las aristas de esquemas psíquicos poco funcionales.
Era evidente que el tiempo para encontrar la Llave se me acababa, pues el Cruciamentum se desarrollaba velozmente en ciertos sentidos mientras que en otros se demoraba, confrontándome a mis vulnerabilidades. Y recién empezaba.
Entonces, el Cisne convocó al Khä para instruirnos en la segunda etapa de un viaje comenzado hace ya meses atrás. Desde cada uno de sus lugares de residencia, el Tigre y el Ozo respondieron a la convocatoria. En mi deambular hacia la Caverna de los Orígenes [aunque aún no era consciente de tal hecho] hice un alto y también respondí.
El Khä se había reunido una vez más y la magia comenzó a fluir, entre risas y seriedad, marcando los ritmos de la respiración, de las energías que fluían libremente en una hermandad que recién despuntaba sus primeros brotes pero que, aunque no se recuerde todo, hunde sus raíces en épocas más pretéritas.
Esta unión, aunque joven en el Mundo Matrix, es vieja en el Mundo Antiguo... y así estamos aprendiendonos una vez más. Esta vez más conscientes y con ganas de conocernos en profundidad, a nosotros y entre nosotros.
¿Y qué mejor que aprender de la mano de otros que buscan lo mismo que uno?
Ciertamente ha sido un respiro, un hogar con fuego crepitante para aplacar el frío de la época invernal y del corazón.
Uno por uno, cada uno de los glifos de protección que el Cisne conocía nos fueron transmitidos a los demás, su magia revelada a nuestras mentes y corazones y por ese mismo motivo, en tal ceremonial, potenciada por nuestras auras entrelazadas. 
De esta manera, obtuve la Cuarta Llave de la mano del Cisne; una elemento individual y personal, pero también colectivo, pues fue ungido por el poder propio del Khä. Estos glifos, cuyo poder es enorme, cada vez que los trazo indefectiblemente van acompañados con la fuerza del Tigre, la delicadeza del Cisne, la espontaneidad del Ozo y mi propia maravillada gratitud de Gato.
Entonces, cuando cada uno volvió a sus quehaceres, retomé mi camino y empecé a comprender que el Cruciamentum me llevaba hacia una región inexplorada por mi hasta ahora: la Caverna de los Orígenes.

Y aquí estamos, escribiendo no muy lejos de la entrada, con frío en las patitas y escuchando el continuo gotear de la lluvia en el exterior, mientras que en el interior, en las profundidades de los complejos y laberinticos túneles, se oyen sonidos y silencios sobrenaturales e inquietantes.
Ahora así... puedo seguir este camino, armado con mis Cuatro Llaves (Fuego, Mañana, Oráculo y Glifos); no puedo dejar de pensar en la sincronicidad que se manifiesta, que son 4, como el Khä, 4, que es el movimiento, 4, que es la resoevolución del 3.
Tres Símbolos y Uno que está viniendo.
Cuatro.
Cisne y Oso y Tigre y Gato.
Cuatro


Invocando los Glifos de Protección

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